Dichas instituciones, también conocidas como la banca de desarrollo, acumuló sus intereses principalmente por el rendimiento de inversiones.
Las instituciones financieras del gobierno que otorgan préstamos a los estados y a las empresas como Banobras, Nafin y Bancomext, obtuvieron 150 mil 569 millones de pesos por el cobro de intereses, lo que significó un aumento anual de 5.67 por ciento en el primer semestre del año, de acuerdo con la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).
Dichas instituciones, también conocidas como la banca de desarrollo, acumuló sus intereses principalmente por el rendimiento de inversiones y por préstamos a sus clientes como gobiernos locales y a pequeñas empresas, entre otros.
El Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras) obtuvo los mayores ingresos por intereses en los primeros seis meses del año, con un total de 72 mil 101 millones de pesos, 8.32 por ciento más en términos reales frente al mismo lapso de 2023.
Le siguieron Nacional Financiera (Nafin), con ingresos por más de 25 mil 414 millones de pesos, y el Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext), con entradas por alrededor de 24 mil millones de pesos.
“En general, la banca de desarrollo tuvo resultados limitados durante el sexenio actual, aunque hubo instituciones como Banobras cuya dinámica estuvo ligada a los proyectos de infraestructura del gobierno. Fuera de eso, los resultados son similares a los de administraciones pasadas”, dijo Jacobo Rodríguez, especialista financiero en ROGA Capital.
En entrevista con El Sol de México, el analista consideró que incluso en financiamiento a pymes también hubo un resultado acotado y no se prevé que haya algún cambio estructural bajo el sexenio de Claudia Sheinabum.
“No vemos cambios significativos respecto a administraciones anteriores, no vemos que hayan impulsado de gran manera el desarrollo económico. Hasta ahora, las propuestas de la presidenta electa son de carreteras, por lo que no creo que se pueda detonar la banca de desarrollo hacia otro sector”, precisó.
Los recursos que obtienen los bancos varían en función de la tasa de interés del Banco de México (Banxico), ya que sirve como una referencia sobre el costo de los créditos en general. Al día de hoy, esta tasa referencial es de 10.75 por ciento.
Con el presidente Andrés Manuel López Obrador, se buscó que la banca de desarrollo sirviera como un “segundo piso” para el financiamiento a las empresas, principalmente pequeñas y medianas, para que contaran con recursos para su expansión y así apoyar paulatinamente el crecimiento económico del país.
Además, instituciones como el Banco del Bienestar fueron las principales encargadas de dispersar los programas sociales del gobierno, como becas para estudiantes o las pensiones de adultos mayores.
Pero la banca de desarrollo también sirvió para apuntalar los planes energéticos del país y comprar 13 plantas de generación de energía eléctrica de Iberdrola, con un valor estimado de cinco mil 943 millones de dólares.
La mayor parte de la operación la financió el Fondo Nacional de Infraestructura (Fonadin), administrado por Banobras que encabeza Jorge Mendoza Sánchez, con 45 mil millones de pesos.
Por separado, Banobras, Nafin y Bancomext otorgaron un financiamiento por 66 mil 500 millones de pesos, de acuerdo con la Secretaría de Hacienda.
Morosidad a la baja
Pese al alza en los ingresos por intereses de la banca de desarrollo, en conjunto, al cierre de junio, el Índice de Morosidad (IMOR) fue de 2.18 por ciento, el más bajo desde octubre de 2021.
La institución con el IMOR más alto entre enero y junio fue la Sociedad Hipotecaria Federal (SHF), dedicada a la promoción y dispersión de créditos de vivienda, con un 16.23 por ciento, dos puntos porcentuales más que en el mismo lapso de 2023.
Respecto a las ganancias netas del periodo, el sector registró un crecimiento real anual de 35 por ciento, con 19 mil 98 millones de pesos, según los registros de la CNBV.
De acuerdo con el analista de ROGA Capital, entre los principales riesgos para este sector de la banca se encuentra un menor dinamismo de la economía general o la falta de políticas públicas que ayuden a la dispersión de créditos.
Miguel Ángel Ensástigue | El Sol de México