Me dicen que la música de Cero39 les parece muy lenta, aunque corre a unos 124 beats por minuto.
Mauricio Alvarez es un DJ y productor bogotano que se ha hecho de un nombre más allá de las fronteras de su país, gracias a la fusión de electrónica y ritmos latinos que lo han llevado a dar más de 60 conciertos en distintos puntos de Latinoamérica, Europa y China.
Y gracias a la posibilidad de llegar a otras culturas, el músico ha experimentado las diferentes maneras en que responde la gente, por ejemplo en lo que se refiere al baile:
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“En el Reino Unido como que se quedaban atentos escuchando y de pronto se dejaban llevar con el cuerpo”, recuerda sobre su presentación en el festival de Glastonbury; mientras que en Beijing tuvo que improvisar para tocar tiempo extra, porque la gente no paraba de bailar.
A mayor temperatura, menos beats
Otra curiosidad que detectó fue que en Europa hay ciudades en las que la gente demanda música que corra a una mayor velocidad, mientras que en Latinoamérica se consume música más lenta, como si existiera una relación inversamente proporcional entre el clima de cada lugar y la velocidad a la que les gusta escuchar la música.
“Me ha pasado que llego a lugares como Bélgica y me dicen que la música de Cero39 les parece muy lenta, aunque corre a unos 124 beats por minuto… Digamos que entre más al norte de Europa y más frío, a la gente le gusta mucho más frenético, pero pues en Colombia no es así”, comparte.
Fue en 2010 cuando Mauricio se dio a conocer con un EP titulado Volador, ganándose desde entonces un lugar en la escena de la música electrónica latina, aunque siempre con una aproximación más global.
Y aunque en sus cuatro discos de estudio anteriores siempre se asomaba el factor latino, ya sea por la incorporación de ciertos elementos o por las voces de ciertos artistas invitados, destaca que en su nuevo álbum, titulado R.A.B.I.A. esa influencia latina se convierte en un elemento que se incorpora de manera más sutil.
En ese sentido, comparte que esto es producto de la forma en que trabajó esas influencias en esta ocasión:
“Digamos que fue un ejercicio de mimetizar más lo latino sin tener que ser tan directo en el mensaje. Por ejemplo, hay líneas de bajo que están inspiradas en la música antillana o una cuestión armónica que es como una cumbia, pero vista como lo que es para nosotros: una cuestión de espiritualidad que nos sobrepasa. Entonces, a medida que la contemporaneidad pasa tantas generaciones pues todo empieza a mutar y a mutar”.
Otro factor en el que Cero39 amplió su panorama fue la cuestión tecnológica, incorporando equipo que data desde la década de la década de los setenta hasta lo último en vanguardia, el cual, dice, utilizó en distintas capas de las canciones.
Es por ello que, por ejemplo, podría estar usando sonidos ochenteros en un track que no necesariamente suena ochentero.
“Esos son los ejercicios que empecé a hacer con las texturas tecnológicas, los ritmos y las variaciones, haciendo que a lo mejor algo que debiera sonar muy latino de pronto parezca más bien un boogaloo, y así es como voy curioseando y como me permito que cierta melodía, armonía o ritmo se desarrolle en distintos estados… Por ejemplo, me gusta que si tengo una armonía o una melodía entonces tomo el órgano, luego el sintetizador, luego la guitarra, después el bajo… Todo eso antes de sentarme en la computadora”.
Mientras que el artista habla de su música, la cual él engloba en los conceptos de diversidad y admiración por el entorno, se ven al fondo todos los instrumentos que describe, mientras gesticula y hace ademanes con las manos, cuidadosamente adornadas por unas uñas pintadas de plateado.
Y aunque pudiera parecer que estamos hablando con un genio de esos que pasan semanas enteras encerrados en su estudio, trabajando a prueba y error de manera incansable hasta que quedan contentos con el resultado, él asegura que se concentra más en el equilibrio.
“Es hasta que escucho ese equilibrio de todas las estructuras cuando siento que nada me genera ruido… Mi relación con la creatividad va más de la mano de la risa, del sonreír, del encontrarse con los amigos y saber que la puedes cagar, o sea que no tengo esa atención intelectual o artística tan rígida”, confiesa.
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La influencia de la gran ciudad
El pasado 28 de junio, Cero39 lanzó su quinto disco de estudio R.A.B.I.A., el cual está inspirado en su relación con Bogotá y en cómo ha visto cambiar a esa metrópoli desde que se alejó de ella y más recientemente, cuando la reencontró.
“Estuve viviendo un tiempo en el caribe colombiano y allá se manejan otras dinámicas de vida, las cosas son más relajadas. Sé que todas las urbes y capitales son caóticas por naturaleza y creo que eso hace parte de su belleza”.
“El caso es que cuando regresé a Bogotá -continúa- vi que se transformó y que ya era una ciudad más rebelde y caprichosa, pero de alguna manera también más tranquila, y todo eso me hizo reflexionar sobre la idea de la rabia, sobre los efectos que tiene y sobre cómo se transforma… La vi como una fuerza transformadora, más que desde una crítica social”.
Sobre la experiencia de tocar en festivales internacionales, abunda:
“Glastonbury es un festival bien bonito, bien familiar, ¿sabes? Y muy grande, porque tiene muchísimos escenarios, tocamos después de Nicola Cruz y fue increíble la experiencia de ver y escuchar a tanta gente… Después estuvimos en el Paleo de Suiza y luego estuvimos de gira por seis ciudades de China, que fueron Shanghai, han zhou, Beijing, chen zhen, Cheng du y chong qing.
Cuenta con una sonrisa en el rostro que la primera vez que recibieron la invitación para tocar en ese país, creyeron que se trataba de una broma.
“Fue una historia muy linda, porque nos llegó un mail que decía: ‘los quiero llevar a China’ y nosotros pensamos que era un spam, por lo que no le prestamos mucha atención. Pero precisamente ese año tocábamos en Womex, en Polonia, y una amiga que conocía a la persona que nos escribió recibió un mensaje, de que nos avisara que nos estaban buscando y a partir de ahí, en 15 minutos se armó la gira”, recuerda.
“Fue muy padre -continúa- porque llegamos primero a Shanghai, que me pareció impresionante, de hecho habían partes que me recordaban a México, porque tiene esa misma cosa densa, divina. Después estuvimos en han zhou, que es como la ciudad de los parques, como una especie de Chapultepec pero elevado a la de enésima potencia; después Beijing, que también fue caótico divino, ahí fue donde nos pidieron que tocáramos media hora más, por lo que tuvimos que ver qué hacer, porque se nos había acabado el repertorio, y bueno, al final terminamos en chong qing, fueron tres semanas de estar girando por China y de hecho ahora ya estamos viendo si vamos de nuevo y también a Japón y Corea.
Y hablando de giras, adelanta que este mismo año regresarán a México, otro de los países donde se han presentado en varias ocasiones.
“Estamos terminando organizar la gira para finales de octubre y comienzos de noviembre, estoy feliz porque llevo más de 10 años yendo a México y será la primera vez que me toque estar ahí en el Día de Muertos”, finaliza.
Alejandro Castro | @djconchaytoro | El Sol de México