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Foto del escritorAlfonso López Orrante

Cumbres para la foto

Los desplazamientos forzados en el mundo aumentaron por 12º año consecutivo.



De poco o casi nada sirven las cumbres por la paz en el mundo, en la más reciente el pasado fin de semana en Suiza, unos 90 países participaron para tratar de encontrar una salida al conflicto en Ucrania, pero se les olvidó invitar o se resistió a ir uno de los protagonistas de ese problema bélico, Rusia.

Llama poderosamente la atención, que, pese a todo, México se alineó con el ausente y decidió abstenerse de firmar la declaración final que, entre otras cosas, apoya el respeto a la soberanía de cada país –una postura en favor de Ucrania–, pero nuestro gobierno literalmente está vacunado con la Sputnik V para estar del lado ruso.


Es muy lamentable la tendencia, en 2023 fue el año que atravesó más conflictos armados desde 1946, aunque, paradójicamente, disminuyó el número de Estados afectados por las guerras, según un estudio noruego reciente.

El año pasado, 59 conflictos bélicos fueron contabilizados en el mundo, 28 de ellos en África, explica en un estudio el Instituto de Investigación para la Paz de Oslo (por, por sus siglas en inglés). Pero, la verdad es que la atención mundial está puesta en Ucrania y Medio Oriente, a querer o no, esas guerras implican casi a todo el mundo de manera directa o indirecta.

Uno de los daños colaterales por las guerras son los desplazados, el mundo registró el récord de 120 millones de personas desplazadas a la fuerza a finales de abril de 2024, advirtió la ONU, una cifra que no deja de aumentar debido a las guerras, la violencia y las persecuciones.

Los desplazamientos forzados en el mundo aumentaron por 12º año consecutivo a raíz de los conflictos en Gaza, Ucrania, Sudán y Birmania, indicó la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) en su informe anual.

La reunión del pasado fin de semana en Suiza se celebró en un momento delicado para Ucrania en el campo de batalla, donde las fuerzas rusas son más numerosas y están mejor equipadas, por eso el jefe de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha señalado que un flujo permanente de armamento occidental es vital para conseguir la paz en Ucrania, a la vez que hizo un llamado para "hacer pagar a China" por su apoyo a Rusia.

El presidente Putin planteó el viernes unas condiciones que Kiev considera inaceptables para iniciar las negociaciones, que equivaldrían a una rendición y a entregar territorios reconocidos como parte de Ucrania por la comunidad internacional, estamos hablando del 20 por ciento de su suelo.

Pero eso parece inaceptable, no hay alguna razón lógica para que Ucrania entregue parte de su territorio a Rusia, sobre todo, porque el conflicto lo comenzó Moscú, además el gobierno de Putin ya le quitó Crimea a Ucrania en 2014, argumentando que los ucranianos prorrusos exigían su independencia.


El reposicionamiento de Rusia en buena medida se lo debe Putin al Partido Republicano de Estados Unidos, en general, y al expresidente Donald Trump, en particular, ambos frenar la ayuda a económica y militar para Kiev en el momento que había reconquistado algunos pueblos de su territorio y había echado para atrás a las tropas invasoras.

No son pocos, los que recuerdan cómo en lo oscurito los ejércitos hackeadores rusos hicieron todo lo que estaba a su alcance para que el magnate republicano se levantara con la victoria electoral en 2016, en otras palabras, Trump le pagó el favor a Putin y hoy Occidente no sabe cómo detener una guerra que ha costado miles de vidas.

Otro problemon bélico, es el del movimiento palestino Hamas e Israel, pero este tiene un nivel de perversidad que rebasa a muchos conflictos. En poco más de ocho meses la Franja de Gaza está casi completamente destruida, hay miles de desplazados y muertos, la mayoría niños y mujeres, pero los esfuerzos para que esa barbarie se detenga han sido estériles.

Qatar y Egipto han encabezado las reuniones de paz, junto con Estados Unidos, que prácticamente tiene de base a su secretario de Estado, Antony Blinken, pero que hasta el momento han sido infructuosas. Ninguna de las dos partes está dispuesta a ceder, pero en este conflicto los intereses personales tienen un protagonismo importante.

El premier israelí, Benjamin Netanyahu, está cerrado a un alto el fuego, porque eso le dio un foco distractor al problema de corrupción que pesa sobre él y su esposa y que hasta antes de que estallara la guerra parecía que tenía las horas contadas en el cargo. Hoy parece que ese aire se le acabó y muchos israelíes lo quieren fuera del gobierno.

Hamas, un movimiento que siempre ha vivido de los donativos que aportan el mundo para la Franja de Gaza, ellos buscan reivindicar su derecho por el suelo donde está asentado Israel, pero hay una particularidad en los dirigentes de ese movimiento que controla esa parte de Palestina, ellos no viven en ese territorio están dirigiendo desde el Líbano o Irán.

Ellos no se van a exponer para eso están sus gobernados, nada más faltaba, mejor de lejitos y con todas las comodidades que les dan sus propios cargos, esa arbitrariedad la han sabido eludir con informes diarios de como aumenta el número de muertos y acusando que ellos son las víctimas, pero no se olviden que ellos, con razón o no comenzaron este nuevo capítulo bélico.

Mientras, los líderes en el mundo se reúnen con bombo y platillo para condenar las guerras y de ahí no pasa, por consecuencia tampoco pasa nada para frenar los conflictos, son cumbres inútiles que solo sirven para la foto. O usted, ¿qué cree?

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