En México el 70.1 por ciento de las mujeres de 15 años y más han experimentado al menos un incidente de violencia en su vida.
Imagina esto: una madre trabaja incansablemente para cuidar y proteger a sus hijos, pero en lugar de recibir apoyo y reconocimiento, enfrenta actos de violencia que van más allá de lo físico y lo económico.
Estamos hablando de algo tan aparentemente trivial como regresar a los niños mucho después de la hora acordada, menospreciar sus opiniones delante de ellos, humillarlos en su presencia para lastimarla, o incluso amenazar con quitarle a los niños como venganza por ciertas decisiones. Todos esos son signos de violencia vicaria y, en muchos casos han desembocado incluso en asesinatos.
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De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) del Inegi en 2021, a nivel nacional, el 70.1 por ciento de las mujeres de 15 años y más han experimentado al menos un incidente de violencia en su vida. Esta violencia puede manifestarse de diversas formas, como psicológica, económica, patrimonial, física, sexual o discriminación en al menos un ámbito, y puede ser ejercida por cualquier persona.
Es importante destacar que la violencia psicológica es la más común, seguida de la violencia sexual, física y la económica, patrimonial y/o discriminación.
Cómo surgió la idea de violencia vicaria
La violencia vicaria se refiere a la agresión dirigida hacia la madre a través de sus hijos, con la intención de causarle daño por interpósita persona, y el concepto fue acuñado en 2012 por Sonia Vaccaro, psicóloga clínica y perita judicial experta en victimología y violencia contra las mujeres.
Se trata de una herramienta utilizada por los hombres para mantener poder y control en una relación. Con demasiada frecuencia, esta forma de violencia surge después de haber experimentado abusos previos en la relación. Incluso cuando la víctima decide alejarse, el agresor continúa ejerciendo violencia a través del único lazo que aún persiste: los hijos.
El impacto en los niños es devastador, ya que no sólo experimentan daño físico, sino también emocional. Para las madres, como en el caso de Georgina Ceron, de 44 años, el daño es profundo. Ella fue diagnosticada con síndrome de estrés postraumático, ansiedad y depresión, afectando su sueño, alimentación y concentración.
Como ella señala: "Recibí amenazas desde que mis hijos eran bebés, y aguanté años de violencia por miedo a perderlos. Ahora sé que quien te amenaza termina cumpliendo, por lo que debes tomar medidas desde ese momento".
En 2022 se contaron 22 mil 904 menores víctimas de violencia familiar. Además, es importante destacar que los agresores familiares suelen intensificar la violencia con el tiempo. De hecho, el 90 por ciento de los casos de violencia vicaria fueron precedidos por otros tipos de violencia dentro de la relación.
Georgina Cerón menciona que un paso importante para prevenir la violencia vicaria es educar y difundir información, especialmente en las escuelas, para que los niños y adolescentes comprendan qué es y cómo identificarla.
Muchos niños no se dan cuenta de que fueron utilizados como instrumentos de violencia hasta que son adultos, por lo que es fundamental que sepan que tienen derecho a crecer en un ambiente de respeto y sin violencia.
También es esencial brindar apoyo a las víctimas, como lo hacen organizaciones como la Unión de Madres Protectoras con su lema “Mamá nunca se rinde” y los Centros de Justicia para las Mujeres, donde se ofrecen servicios jurídicos, psicológicos y de refugio.
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Ya es delito en más de la mitad del país
Hasta ahora, 18 entidades de la República Mexicana tienen tipificado en sus códigos penales el delito de violencia vicaria, estos son: Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Campeche, Chiapas, Hidalgo, Michoacán, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas, Tabasco, Tlaxcala, Yucatán y Zacatecas.
Sin embargo, Georgina concluye con un aspecto crucial: "La impunidad de los agresores es alarmante; muy pocos casos de agresores familiares resultan en sentencias condenatorias. El sistema judicial mexicano es excesivamente lento, con una acumulación de casos que dificulta el proceso. Además, contar con abogados privados es costoso, y en muchos trabajos es complicado solicitar permisos para asistir a fiscalías o juzgados.
En última instancia, parece que la justicia está al alcance solo de quienes tienen los medios y recursos para perseguirla. Otro factor preocupante es la violencia institucional que revictimiza a las víctimas y defiende a los agresores, perpetuando prejuicios machistas y patriarcales en los juzgados".
"El sistema de justicia mexicano necesita implementar medidas especiales para abordar los casos de violencia vicaria. La justicia debe ser rápida y eficiente, y quienes imparten justicia deben capacitarse en la identificación y manejo de este tipo de violencia".
De forma oficial, en algunos estados como Puebla, Chiapas, Hidalgo y Oaxaca, cada 11 de mayo se conmemorará el Día de la Lucha Contra la Violencia Vicaria, un recordatorio de la importancia de combatir esta forma de violencia que afecta a tantas madres, hijas e hijos.
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