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Foto del escritorEl Sol de México

El nuevo reto de la industria es aprender a reducir emisiones para asegurar el futuro

Para empezar, las empresas deben conocer sus tres tipos de alcances de emisiones.



A nivel global, el sector privado está vinculado a más del 70 por ciento de las emisiones históricas de gases de efecto invernadero, mientras que en México el sector industrial representó 23.4 por ciento de las emisiones nacionales en 2019.


Por ello el Fondo Mundial para la Naturaleza, o WWF por sus siglas en inglés, publicó un directorio nacional de proveedores especializados en inventarios de emisiones corporativas para que las industrias tengan una guía para medir su huella de carbono, basada en la Iniciativa de Objetivos basados en la Ciencia (SBT).



“En México llevamos varios años trabajando para que los criterios propuestos por SBTi formen parte de los estándares nacionales de mitigación del cambio climático, colaborando con empresas e instituciones gubernamentales y creando espacios de intercambio entre el sector público y privado”, explica Jorge Rickards, director de WWF México en este documento.


Para empezar, las empresas deben conocer sus tres tipos de alcances de emisiones. El primero va sobre las emisiones que vienen de sus operaciones directas, por ejemplo, de las fábricas de todas sus operaciones.


El segundo alcance tiene que ver con las emisiones indirectas, pero que la empresa sí tiene control de ellas, como la compra de energía o la compra de vapor.


Y el tercero es uno de los más importantes, pero también más complicados de medir. Se trata de todas las emisiones que las empresas tienen a partir de sus proveedores, de su cadena de valor o de la logística, porque son emisiones de las que a veces no tienen un control directo.


Aline Nolasco, Oficial de Objetivos Basados en Ciencia de la WWF, afirma en entrevista con Organización Editorial Mexicana que 45 empresas en México ya adoptaron la iniciativa conocida como SBT. Entre ellas están Cemex, Coca Cola, Alpek, América Móvil, Grupo Bimbo, Sigma Alimentos, GCC, Grupo Financiero Banorte y Grupo Rotoplas.


“Nos juntamos en 2020 para justamente promover esta iniciativa en México y ver cómo se podía adoptar como un estándar para que las empresas participaran mucho más en la política de cambio climático. Tuvimos un proyecto de dos años financiado por Reino Unido, ahí pudimos escuchar a las empresas, estuvimos haciendo módulos de aprendizaje desde qué gases de efecto invernadero existen hasta cómo divulgar proyectos”, cuenta.


De ahí nació el Consorcio SBT México conformado por los socios locales de la iniciativa SBT: WRI México, Pacto Mundial México, CDP Latinoamérica y WWF México.


Uno de los primeros casos de estudio del consorcio fue el de Bocar Group, una empresa mexicana de manufactura de autopartes con tres unidades de negocio: fundición de aluminio a alta presión, fundición por gravedad e inyección de plásticos.


Según el análisis realizado, la barrera principal que enfrentó Bocar Group fue la falta de información que tienen los empleados en cuanto al cambio climático y la contabilización de emisiones. Por eso sus primeras metas fueron tener proyectos ambientales, unir esfuerzos con sus proveedores y tener una conversación activa dentro de la compañía.


Nolasco explica cómo se definen los objetivos basados en ciencia. “Nosotros tenemos un paso cero, aparte de los cinco que existen para la iniciativa en México. Cuando hicimos este proyecto dijimos que hay un paso cero: Antes que nada tienen que medir sus emisiones, entonces uno de los pasos más importantes es que necesitan saber cuánto emiten para empezar a hacer las cosas”. Este paso se basa en el primer diagnóstico de los tres alcances de emisiones.



Luego de ese paso, la maestra en política y gestión energética y medioambiental detalla que las empresas se comprometan a la iniciativa.


“Mandan una carta que tiene la iniciativa a nivel global y dicen: ‘Yo empresa tal, me comprometo a establecer objetivos basados en ciencia’. De ahí tienen hasta dos años para desarrollar este objetivo, ¿por qué dos años? Porque a lo mejor la empresa se compromete sin tener un inventario de emisión o sin tener capacidades, entonces la iniciativa les da hasta dos años para desarrollar todos estos objetivos”.


Con esos datos se modelan las reducciones. “Ya que lo modelan y tienen su objetivo, lo mandan a expertos globales que validan si están en línea con la ciencia o a lo mejor no. Las empresas reciben una retroalimentación y una vez que ya los aceptaron, pues ya tienen objetivos validados, ya tienen un camino, claro”.


La última parte es divulgar esta información. “La iniciativa les pide a las empresas que vayan divulgando cómo van frente a su objetivo. Así van diciendo las empresas: ‘Yo tenía 10 toneladas en el 2018 cuando me comprometí y tenía que reducir cuatro por ciento anual, entonces aquí va mi progreso de cómo ha estado reduciendo’”, dice Nolasco.


También recuerda que en México más del 90 por ciento de las empresas son Pymes, por lo que otro de los retos es apoyar a estos emprendedores. “Están buscando crecer, tienen pocas capacidades, pero aparte tienen estos retos de no emitir, de innovar, de hacerlo en un tiempo récord, de convertirse en fuentes de solución… Entonces sí tenemos que trabajar mucho con ellas para que se logre”.


Por ello el directorio pretende facilitar a las empresas de todos los sectores y tamaños la identificación de prestadores de estos servicios que se adecúen a sus necesidades y criterios. “Más que una recomendación directa es más para que las empresas conozcan y tengan a la mano herramientas que les ayuden”, cierra Nolasco.



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