El llamado thai indie rock es una corriente que está tomando fuerza y captando la atención de los melómanos incluso en Occidente.
De Tailandia sabemos muy poco en Occidente, como su turismo poco convencional, su famosísima gastronomía, sus películas de terror que rayan entre lo paranormal y lo psicológico, como Shutter (2004), y su historia y tradiciones que coexisten entre el budismo, el Islam y el capitalismo más voraz… Y ahora, para sorpresa de muchos, por su rock actual.
El llamado thai indie rock, como se le conoce a una serie de artistas que estamos conociendo de este lado del mundo gracias a su popularización vía las estaciones de radio alternativas, a las plataformas de streaming y también -hay que decirlo- gracias a la popularidad del k-pop (que a finales de la década pasada nos mostró lo que está pasando en el continente asiático con respecto a la cultura popular), es una corriente que está tomando fuerza y captando la atención de los melómanos incluso en Occidente.
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De hecho, la visualización del movimiento del rock alternativo tailandés tiene algunas similitudes con el descubrimiento en occidente de los artistas pop de Corea del Norte. Y es que, con toda la saturación mediática del k-pop, otros exponentes alzaron la mano para decir “no todo es BTS, existimos los demás”.
Pero entonces, ¿qué es el indie rock tailandés y a qué suena? ¿Por qué está captando la atención de la escena alternativa occidental y por qué no habías escuchado hablar de esto antes?
Vayamos por partes. Las actuales bandas tailandesas de rock alternativo que están llegando a nosotros, han aparecido a manera de “canciones tractor” en las playlist especializadas de Spotify. Grupos como H3F, Tempt o Folk9 se han metido entre el gusto de los fanáticos de bandas como Kruangbin, Yin Yin, Ginger Root, Metronomy, Roosvelt o hasta Chicano Batman, por su sonido retro con ritmos funk y bubblegum, hasta las atmósferas de vapor wave y synthpop ochentero.
La proliferación de estas bandas comenzó en ese país a mediados de la década pasada, aunque el rock tailandés ya tenía algunos exponentes en el radar global, como Carabao en los ochentas o LoSo, ya en los dosmiles, quienes por cierto llegaron a presentarse en los festivales South By Southwest y Glastonbury.
El sonido del rock alternativo tailandés es de una variedad que lo hace muy atractivo para los cool hunters. Bandas como TeleX TeleXs que van de lo electrónico a Loserpop, sexteto de Bangkok que tienen una muy fuerte influencia de los años sesenta y que bien podrían ser parte del repertorio de 4AD, son dos ejemplos de la variedad del sonido del thai indie.
De hecho, la mayoría de las bandas que forman esta ola se han declarado abiertamente influenciados por el jangle pop, por The Smiths, The La's y por bandas de shoegaze como Slowdive o de space pop como Stereolab o Tortoise, además de tener una fuerte influencia del R&B y el funk, donde Stevie Wonder y Marvin Gaye son nombres estelares.
Aunque quizá lo que más llama la atención a su nuevo público en este lado del mundo es el uso de sintetizadores y ritmos que remiten a los artistas de jungle y grime londinense, como los ya mencionados H3F, con su muy recomendable sencillo “Catwalk”, lanzado hace algunos meses, o Folk9 y su single “Sunglasses”, donde cantan en tailandés e inglés, y que sinceramente podrían parecer para un fanático del rock mexicano de la última década, como una versión asiática de Reyno o Esteman.
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Parte del atractivo del thai indie rock es su crítica social, donde sus letras van más allá del desamor adolescente y las fiestas, para abordar sobre todo la diferencia socioeconómica de clases. Por ejemplo, el nombre de la banda LoSo tiene su origen en el juego de palabras en inglés High Society y High Life, que describe a la clase alta y estilo de clase de la socialité, usando en vez las palabras Low Society y Low Low, que se usa en este caso para hablar de las clases bajas y los low lows, o sea los lugares que esta clase social frecuenta.
El presente del rock alternativo muestra definitivamente en esta década una nueva etapa de creatividad diversa y la escena tailandesa es una muestra de ello. A la mitad de los años 20, el rock está encontrando otras latitudes fuera de Reino Unido y Estados Unidos para desarrollarse. Y en el caso del rock alternativo tailandés hay otro terreno fértil, una nueva esperanza para quizá hasta descubrir a la banda prometida, la que muchos llevan esperando por tantos años.
Francisco Hernández Ramos | El Sol de México
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